Y… ¿Qué es la Navidad?: mi Navidad sí es feliz

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Navidad

La Navidad a pesar de ser una fiesta cristiana, se ha popularizado en todo el mundo. Es una de las fiestas más importantes de la Iglesia porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para la vida eterna.

La celebración de la Navidad  recuerda que Dios no está lejos, sino muy cerca de nosotros. En Navidad, celebramos al Niño Jesús que es Hijo de Dios. En Él, Dios nos mostró su rostro humano, para salvarnos y amarnos desde la tierra.

La celebración de la Navidad es un momento privilegiado para meditar  las virtudes que encontramos en los diferentes personajes involucrados en el nacimiento de  Jesús, imagen perfecta del Padre, lleno de gracia y de verdad. Y luego, aplicarlas a nuestra vida:

María nos enseña a ser humildes, a aceptar la voluntad de Dios, a vivir cerca de Dios por medio de la oración, a obedecer a Dios y a creer en Dios.

José nos enseña a escuchar a Dios y hacer lo que Él nos diga en nuestra vida, aunque no lo entendamos y a confiar en Dios.

Jesús nos enseña la sencillez. A Dios le gusta que seamos sencillos, que no nos importen tanto las cosas materiales. Jesús, a pesar de ser el Salvador del mundo, nació en la pobreza.

Los pastores nos enseñan que la verdadera alegría es la que viene de Dios. Ellos tenían un corazón que supo alegrarse con el gran acontecimiento del nacimiento de Cristo.

La Sagrada Familia nos da ejemplo de la aceptación de la Voluntad de Dios, viviendo con sencillez, humildad y alegría el nacimiento de Jesús en el Portal de Belén. (Con información de El Nacional y Catholic)

Mi Navidad sí es feliz

En Venezuela lastimosamente hay quienes  creen que la navidad se murió con la fuerte crisis financiera que atraviesa la nación, inclusive algunos acuñan la culpa solo a externos que llevan las riendas del país -en crisis ya desde hace algunos años-.

Pero no,  se trata de un punto de vista, observado desde la  crisis económica decembrina. Que al final  se trata de una crisis existencial de los que toman el mes de diciembre para mayor ingesta de bebidas alcohólicas, regalos, extravagancias y asocian todo el sentido de la navidad con el económico. Y a veces pensada solo en la realidada de su bolsillo y costumbres personales, sin dar un vistazo a la realidad crónica de muchos que en el año nada tienen y todo lo han perdido.

Sí existen tradiciones muy venezolanas en fechas decembrinas, la reunión en familia en torno a las hallacas ( en la actualidad muchas familias están separadas en distancia por la partida de seres que “decidieron” buscar otras opciones fuera del país en crisis), hallacas inimaginables para el bolsillo de un sueldo mínimo, la mesa muy variada de diferentes manjares propios de la época decembrina (inalcanzables por los altos costos), los regalos (con precios inflados que llegan al cielo), los estrenos (postergados), etc;  pero que no están directamente vinculados a la navidad y su verdadero significado, la sencillez de Jesús, la escucha activa de José, la humildad  de María y la verdadera alegría de corazón -la de los pastores-, que es la que viene de Dios.

En Venezuela hasta que los venezolanos no reflexionemos “todos al unísono” no en base a las consecuencias sino desde la causa, seguiremos padeciendo la dura crisis que día a día nos embarga y hasta enluta.

Yo soy de las que piensa que si resolvemos nuestros problemas del yo, podríamos fácilmente resolver los del nosotros. Que si analizamos qué  nos llevó a esta realidad que hoy nos acompaña y no en quiénes la generan (porque distraídos lo hemos permitido), entenderemos la raíz de la larga y amarga lección.

Feliz Navidad, porque Dios se hizo hombre. Solo tú cambias tu triste o feliz navidad, no los demás, menos un gobierno. Jesucristo es luz, amor, perdón y alegría para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Arriba Venezuela ya vendrán fiestas decembrinas donde nos reencontraremos con los seres amados que decidieron estar lejos, pero solo se hará menos imposible el reencuentro si nos permitimos abrir el corazón a una verdadera Navidad, la de Dios. –Delia Pérez.

 

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