Aquí los tres fantasmas del 2019 que persiguen a Estados Unidos en el 2020 por David Castrillón

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Los estadounidenses no queman ‘años viejos’ para olvidar lo malo del año que pasó, pero en este 2020 seguramente muchos desearán haberlo hecho. Desde ya se avizora un año en el que Estados Unidos se verá perseguido por tres conocidos fantasmas del 2019 que marcarán la agenda: el juicio político, la guerra comercial y la campaña presidencial.

Los estadounidenses no queman ‘años viejos’ para dejar en sus cenizas lo malo del año que pasó; pero en este 2020 seguramente muchos desearán haberlo hecho. Desde ya se avizora un año en el que Estados Unidos se verá perseguido por tres conocidos fantasmas del 2019 que marcarán la agenda.

En primer lugar, continúa la saga del proceso de juicio político contra el presidente Donald Trump. Han pasado más de 3 meses desde que empezaron las investigaciones formales en el Congreso y casi 4 semanas desde que la Cámara de Representantes aprobó dos artículos de juicio político contra él: el primero por abuso de poder y el segundo por obstruir al Congreso. Pero por más épica que haya sido la ruta para llegar a ese voto, apenas vamos en el primer acto del drama.

En este 2020 se espera que se siga el juicio en el Senado, la cámara alta del Congreso, en la que los republicanos tienen una mayoría de 53 miembros del total de 100 senadores. Con esa mayoría, Mitch McConnell, el líder del partido, podrá establecer las reglas más ventajosas para el presidente, por ejemplo, en cuanto al proceso de llamamiento de testigos y la asignación de tiempos para cada etapa del juicio.

 

Esta mayoría le daría al presidente la exoneración que tanto desea. Los demócratas tendrían que convencer a 20 republicanos de romper filas para condenar al presidente, algo impensable en este año electoral. Más bien habrá que ver qué hacen senadores demócratas de estados ‘morados’, como Joe Manchin de West Virginia y Doug Jones de Alabama que, se dice, podrían votar con los republicanos.

Precisamente porque ya se veía cantada la exoneración de Trump, tal vez la presidenta de la Cámara, la demócrata Nancy Pelosi, se rehusó en la primera mitad de enero a enviar los artículos al Senado, acto que formalmente da inicio al juicio en ese órgano. La oposición de miembros de su partido a esta estrategia de dilación finalmente la llevó esta semana a transmitir los artículos y así inaugurar el segundo acto. Si bien podemos esperar que Trump sea exonerado en febrero, el juicio político y el Ukrainegate continuarán en boca de todos hasta las elecciones en noviembre.

 

Eso nos lleva al segundo fantasma: la contienda por la nominación demócrata para las elecciones. La carrera por las presidenciales empezó el mismo día en que Trump ganó las elecciones del 2016, pero el año pasado la campaña demócrata cogió otro ritmo, con la entrada de más de dos decenas de aspirantes a la contienda, todos queriendo representar al partido azul en las elecciones del 3 de noviembre de este año.

Tras ocho debates oficiales y US $ 445.2 millones gastados (a septiembre del 2019), el atiborrado campo demócrata se ha reducido a un grupo exclusivo de 12 políticos y empresarios. 4 de ellos consistentemente han estado en los primeros puestos de las encuestas: el exvicepresidente Joe Biden, el senador socialista Bernie Sanders, la senadora Elizabeth Warren que aboga por un “gran cambio estructural” y Pete Buttigieg, el alcalde gay de South Bend, Indiana.

De febrero a junio, ellos competirán Estado a Estado, en una serie de elecciones y asambleas primarias, para ganar el mayor número de delegados a la Convención Nacional Demócrata. El candidato que reciba el apoyo de una mayoría de los cerca de 4000 delegados a la convención será quien se enfrente a Trump por la presidencia.

 

Hay por lo menos tres situaciones o eventos relacionados con las elecciones que habrá que seguir de cerca en los siguientes meses. Por una parte, ver quién más se retira. Ya van tres candidatos que se han apartado de la contienda en lo que va del año, entre ellos los muy prometedores Julian Castro y Cory Booker. Con el inicio de las primarias en febrero, el campo se reducirá aún más. Se espera también el anuncio de la fórmula vicepresidencial para los candidatos demócratas. Algunos de los que ya se han retirado esperarán ser nombrados por sus excontrincantes, como hizo Barrack Obama con Biden después de las primarias del 2008. Finalmente, habrá que ver si los demócratas pueden generar suficiente impulso para ganar. Algo preocupante es que el que fue un campo muy diverso de candidatos ahora está liderado exclusivamente por personas blancas. Además, hay solo una mujer entre el grupo de favoritos y tres de ellos tienen más de 70 años.

El último fantasma es el de la guerra tecnocomercial con China, iniciada en julio del 2018, cuando Trump impuso aranceles sobre US $ 34 mil millones de productos chinos. En el siguiente año y medio, el valor de los productos chinos afectados incrementó a US $ 550 mil millones y se abrió un nuevo frente tecnológico en la guerra, con restricciones a la exportación de insumos tecnológicos para empresas como Huawei y bloqueos a la adquisición china de ciertas empresas estadounidenses, todo esto bajo el pretexto de la seguridad nacional.

 

Pero quien más se vio herido por la guerra fue el mismo Trump. Si el presidente esperaba que este conflicto redujera el déficit comercial, motivara a las empresas a trasladar su producción a Estados Unidos o detuviera el avance de la innovación tecnológica china, él estará ahora muy decepcionado porque ocurrió lo opuesto. Dos estudios recientes de la Reserva Federal dan cuenta de esto: uno, de noviembre, advierte que son los consumidores estadounidenses, no los chinos, quienes están pagando el costo de la guerra, que estiman en US $ 40 mil millones anuales; el otro, de diciembre, encontró que la guerra le ha costado empleos en manufactura al país y ha incrementado los precios de bienes de producción. Y ni hablar del efecto sobre los agricultores, a quienes el gobierno federal ha debido rescatar con un paquete por US $ 28 mil millones de dólares.

Quizá fue por estas razones que, a final del 2019, Estados Unidos y China llegaron a lo que llaman un acuerdo de fase uno, que se firmó este 15 de enero. Esta situación, sin embargo, no deja mucho margen para el optimismo. La última tregua entre las dos potencias, la que se acordó en la cumbre del G20 en Buenos Aires, no duró más de cinco meses. Además, Trump continúa rodeado de halcones antichinos que no pueden concebir un mundo multipolar. La puja de Washington contra el resurgimiento chino será así otro tema recurrente en este año.

 

“Año nuevo, vida nueva”, dice la canción. Pero no será así para Estados Unidos en el 2020. Y si los estadounidenses no logran exorcizar a estos fantasmas en las urnas en noviembre, mejor nos preparamos para un extraño deja vu, de aquí al 2023.

 

Por David Castrillón

Docente-investigador del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (CIPE) de la Universidad Externado de Colombia.

Foto:www.elperiodico.com/

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