Desubicados: Por Arnaldo García Pérez

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El término desubicado nos refiere a una persona que está desorientado o incómodo en un lugar, o que está en un lugar que no le es propio. Se dice también de la persona cuando actúa sin corresponder con la situación o que no se comporta de acuerdo con las circunstancias y hace o dice cosas inoportunas o inconvenientes.

En esta Venezuela bizarra que vivimos, encontramos unas tipologías de desubicados que son perfectamente identificables y que responden a sus intereses particulares. Mientras el país atraviesa por una de los períodos más rudos en lo económico y social y el costo de la vida aprieta con mucha más fuerza a un segmento cada vez mas grande de la población, encontramos en paralelo, la aparición y puesta en desarrollo de emprendimientos en las principales ciudades del país que sorprenden por su naturaleza contradictoria con la realidad. Bodegones de lujo que se especializan en la venta de delicateses importadas, con una gama y variedad de productos que sorprenden y que, en muchos casos, ni en la época más productiva de la nación se comercializaban en el país. Lo paradójico no es la iniciativa que puede verse suicida en una primera impresión, lo asombroso es ver como estos establecimientos se llenan de clientes ávidos por su mercancía y cancelando en moneda dura sin la menor contemplación, convirtiéndose estos en nuestra segunda categoría de desubicados.

En una tercera tipología están los beneficiados de las remesas o de los pagos de bonificaciones o extras a través de moneda extranjera. Los vemos en supermercados, restaurantes y tiendas comprando con un exagerado éxtasis, como si de ganarse la lotería se debiera su fortuna y sin importar el cuidado de presupuestos, comprando todo lo que tienen a su alrededor, dándose lujos momentáneos que reflejan su ignorancia del momento.

Y por supuesto están aquellos privilegiados por la crisis, que, sacando provecho, legítimo o no, están en una situación super cómoda y que, en algunos de los casos, viven mejor ahora que antes. Gente que se regodea por poder hacer sus compras fuera del país, tienen plantas eléctricas y tanques con bombas de agua y ninguna penuria por quejarse.

Con este panorama dominante la pregunta de las cien mil lochas sería: ¿Cómo podemos cambiar un país cuando una gran porción de la población no tiene la menor intención en hacerlo? ¿Como desarrollamos programas de conciencia para el desarrollo y educamos a una gran porción de población cuando no existe la sensibilidad para hacerlo? ¿Será que los desubicados somos nosotros?

Tenemos una gran cruzada por delante y nuestra principal tarea es educarnos en el pensamiento colectivo y en entender que, pese a que se mantenga una posición privilegiada no podemos divorciarnos de la realidad de todos. El país nos necesita unidos en un solo norte, independientemente de nuestro nivel de desarrollo.

Necesitamos una sobredosis de Ubicatex.

Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com

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